lunes, 12 de enero de 2009

Llorando de...¿?

Ahora que mi corazón se ha permitido escuchar el bramido hermoso de mi desesperación e
invocar su rabia majestuosa en efluvios de coraje, tan negros como el enigma de un alma manchada.
Ahora que vuelvo a saborear la pena desgraciada, y no me contengo,
y mi mirada horrible se posa sobre el sutil de la cólera,
¿cómo intentar tapar mi monstruosidad con un velo?,
si lloran los lamentos evocados de la desgracia sobre mi rostro, como lava,
derritiéndome en caos, y que
gritan a mi hermano en mi alma sumergido con una peste punzante,
vitoreando a la venganza con el mohín del odio tatuado en el pecho.

Hoy se regocijará el burlón de los corazones contentos con su minucia,
de mi penar atormentado, y de su hipocresía insensata para hacerme estallar en llano estrepitoso y así llenar su lujuria, su ego vacilante y su equivocado afecto de los enamorados.

Pero mañana...

Pido perdón al mar, al ensuciar e infectar sus aguas con tu sangre venenosa,
y con tu cuerpo degenerado que ha de terminar en su boca,
que disculpe mi osadía de implicarle en este crimen delicioso, que me aliviará.

Mi odio cesa...¿mar serás mi cómplice?, ¿mar serás mi hermano?.

Y a ti, a los dos nos he hecho el favor.

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